15 junio, 2012

H.M

"Era una chica honesta y agradable que caía bien a la mayoría de la gente. Pero dificilmente podía decirse que nuestros gustos coincidieran. Creo que ella apenas entendía los libros que yo leía o la música que escuchaba. Por eso mismo no podíamos hablar de todo lo que pertenecía a ese ámbito desde una posición de igualdad. En este sentido, la relación entre Izumi y yo era muy distinta a mi relación con Shimamoto. Sin embargo, cuando me sentaba a su lado y le rozaba los dedos, una calidez natural me colmaba el corazón. A ella podía decirle con relativa facilidad cosas que no podía decirle a nadie más. Me gustaba besarle los párpados y los labios. También me gustaba levantarle el pelo y besar sus pequeñas orejas. Cuando lo hacía, ella soltaba una risita sofocada. Incluso hoy, al recordarla, imagino una plácida mañana de domingo. Un domingo tranquilo, despejado, recién estrenado. Un domingo sin deberes, libre para satisfacer cualquier capricho. A menudo ella me hacía sentir como esas mañanas de domingo"
Al sur de la frontera, al oeste del sol. Haruki Murakami

1 comentario:

Anónimo dijo...

ufo grrl
:)

n.