01 septiembre, 2010

Desastre

Freud dijo que después de todo para que una persona sea feliz debe conocer de vez cuando algunos momentos de perfecta turbación. Pero parece que yo siempre estoy alerta, siempre con los ojos bien abiertos, incluso en sueños no dejo de vigilar, y comprendo bien poco de mi existencia. Me vuelvo loca ante la idea de no poder dejar de tener conciencia de misma y envidio a cierta gente que desempeñan sus pequeñas tareas con la mayor de las confianzas y concentración. Yo no tengo ninguna cáscara de ésas y en algunos días horrendos, caminando entremedio de toda esa desolación de la ciudad, imagino a alguien que se vuelve loco porque comienza a percibir claramente el movimiento de la esfera terrestre: allí está, tambaleándose, intentando mantener el equilibrio en algún edificio de Agustinas, agarrándose de los muebles, sentado junto a una ventana que logro ver desde mi posición. De pronto, todo ese inclinarse y balancearse le marea, se echa en vano al suelo. El corazón estallándole cuando la velocidad se le hace intolerable.
¡Y qué sola estaba! Seba que me preguntaba fríamente si ahora escribía poesías, Seba que me incitaba hábilmente a besarlo en las esquinas, sólo para tener la oportunidad de darme una palmadita y susurrar apasionadamente “si sabís que me encantái”; Seba, evidentemente no contaba. Y quién más? Nadie. Me di el lujo de perderlo ese día que fuimos a ver Inception. Haciéndose la escena en que el protagonista debe dejar ir a la que amó, paralelamente yo hice la mía llorando fuera de toda estética cinematográfica a moco suelto. Mientras en la película se discutía si es que sueño o realidad, el Seba se debatía entre largarse o quedarse. Finalmente y a falta de pañuelos desechables me restregué la cara en el chaleco del Seba cuando ya habíamos salido, porque no hubo ningún atisbo de ambos por largarnos sin terminar de ver la película, aunque varios de los asistentes se manifestaron molestos y en algún momento visualicé al Seba fuera de su butaca…
Costó neutralizarme, harto rato después de salir del cine. La determinación de mi pena por dejar morir se indeterminó después, a la más mínima palabra envestía de nuevo el llanto. Seba optó por el silencio y esta vez acertó. Cuando ya me sentí vaciada de la pena, respiré hondo y le di las gracias al Seba por haberme llevado a un estreno, una malograda primera vez que no fue más que un horroroso cine lleno donde todos me miraron o quizás no, pero de que me oyeron sí. Todo mi ser indefenso invitaba al desastre. Esa tarde, la invitación fue aceptada.

8 comentarios:

Unknown dijo...

http://www.youtube.com/watch?v=dG5Lxoi5vj4&feature=related

I wonder how it came to be my friend
that someone just like you has come again
you'll never, never know how close you came
until you fall in love with the diamond rain

:)

E dijo...

Sí.
:)

Anónimo dijo...

Te las mandaste Eileen. Conectate a msn, estan todos comentando la para de carros que le mandaste a la Lore y compañia ajajajjajajajajajjaja eris seca comadre!!!
Yo creo que respresentai al 80% de nosotros que lata perdermelo,te imagino roja de rabia contra el mundo, soy tu fan la dura. jajajjajajajaaj!!!
Llego mañana y textraño caleta ya!!!

Renato.

E dijo...

80% que nunca estuvo poh!!!!
Que todos los chupen, yo me largo!!!

textrañé idem.

Anónimo dijo...

Me dijeron que renunciaste.Dónde vamos a coincidir ahora???
Te extraño más que la mierda herejía con patas!!!!


Rena

E dijo...

Pucha Rena, mejor no coincidir no más.
No más.
No más.

Unknown dijo...

sumar idiotas?

E dijo...

Ay ya, no. Eliminándolos.