09 noviembre, 2010

Adios a Freud (1)

Hay que darle tiempo a las cosas para que se disuelvan.Freud me dió de alta y no sé qué mierda hacer.Ingenua creí que luego de varias sesiones gratis íbamos siendo amigos. De amigos ni una microexpresión siquiera ese día, ese día final que me salté todo el protocolo de la secretaria y pasé directo a su consulta empujada por la desesperación, lo único que hubo para mi fue una expresión de odio y sorpresa por parte de Freud y un paciente. Uy sorry, dije y reculé. Tonta, ni cuenta me di que había llegado una hora antes de mi turno. Eso que me fui en micro pa cranear una mentira bien veraz que me permitiera seguir en tratamiento, algo con intento de suicidio de por medio, bien grave y bien trágico. Lo cierto es que estar tan deprimida y no querer morirme en algún punto me enorgullece, como si hubiese librado batalla o competido por ganarme esa posición o como si fuera más digno que andar declamando un suicidio que se cometerá a la espera de una redención o de un salvador bueno mártir que se lleve el cacho. Pero yo no figuro entre esas filas, yo sólo estoy psiquiátrica y médicamente depre o sea, legalmente triste.

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