02 enero, 2011

No lo subí antes (2010)

COSTÓ.

Proceder a resumir o a hacer balance del año que se va no puedo. A estas alturas de diciembre todo lo que alguna vez tuvo cierta relevancia, cierto título de problema, se zanjó, se arrugó y se quemó en ese lugar metafísico de la memoria mía.
Soy súper penca recordando, para eso tengo que estar en vena o como dice el colectivo "tiene que darse". Me imagino en la instancia de estar con las amigas que veo dos o tres veces al año, amigas que exigen un trailer de mi vida. Yo sufro, tal vez todo lo que cuento ya lo dije, porque toda la comunicación no verbal de mi interlocutora parece decirme “pero si es weá ya me la contaste” o “me aburro”. Y claro, como ya cachan que soy desmemoriá sus gestos también me compadecen y me asumen, cosa que de verdá agradezco. Entonces todo se remite al presente continuo, lo que está pasando que nunca es tal tampoco. A veces me pillo a mi misma relatándome mentalmente lo que estoy haciendo, como uno de esos locutores deportivos en los partidos que escucha padre por la radio; o como el relator de las carreras en el Teletrack; o como en esa película Stranger than fiction. Ah, no, ahí no hay tanto presente continuo. Digo, en la supuesta narración en tercera persona que hace la autora del protagonista. Pero para qué detallar más de la pelis. Si ya la vieron sabrán a lo que me refiero y si no, véanla (un chúpenlo cortés)
Son raros los vericuetos de la memoria. La mayoría de las veces son puros espasmos de recuerdos, epifanías que aparecen sin necesariamente requerirlo el contexto. Ahora por ejemplo, mientras escribo me acuerdo del Feli(un poco caigo en la idea de que verme frente al blog, nueva entrada, es verme frente al Feli y por eso un recuerdo de él). Me acuerdo de mi sentada en un sillón con su polera de Beethoven que ni siquiera era de él. Yo recojo unas servilletas que se van desbordando por la orilla de un colchón que llegamos y chantamos en el suelo del living y ahí el Feli durmiendo, babeando de una comisura con un par de granos de arroz pegados, pero es que incrustados en la mejilla. Esa imagen me hace tanto reir, por un rato no cacho cuantos días llevamos así: comiendo y follando en el mismo lugar. ..
Un recuerdo que ya no me hace llorar. Recién ahora en diciembre siento que estoy lista, que mi corazón está entrarando en en el circuito de “disponibles”. Antes puras mermas, puro elegir mal, puro dejar ir al que debía retener, puro negarme las posibilidades y principalmente puro hacerme infeliz. Pareceme que estoy en el punto de la radicalidá: el momento de soltar, liberar, dejar es AHORA.

No hay comentarios: