12 junio, 2011

La era de las protestas (1)

Hay que estar en contra de todo lo que se pueda estar en contra, hay que posicionarse en alguna parte, hay que preferir la ventana o el pasillo en la micro y no agarrar solamente los asientos desocupados.
Ahora, ser una mierda buena onda se traduce en una persona que protesta. No podís quedarte abajo de la contingencia, tenís que ir a reclamar, hacer oir tus demandas, SER UN CIUDADANO. En algún punto habría que agradecerle a Piñera haber desatado esta efervescencia, el "gobierno ciudadano" del que se vanagloriaba Bachelet parece hacerse efectivo hoy. Casi todas las semanas hay convocatoria para una marcha desde el 1° de Mayo, para mí todo comenzó contra HidroAysén. No recuerdo bien la fecha, pero juro que nunca estuve en una marcha TAN masiva, a ratos me orillaba a la acera de la Alameda para ver circular a esas hordas de gente que no hacían un mar si un río. Un río Becker!!! Gritaba yo. Baker!!! Me corregían los que sabían. Claro, yo estaba ahí porque me invitaron las cabras, había leído una que otra cosa en Facebook pero nada a lo que haya puesto real atención, sólo padre me había hablado de “otra multinacional de mierda que viene a apropiarse del sur de Chile”. Sinceramente las aglomeraciones de personas me asustan, pero me gustan en la medida que arman un despelote, un descontrol sin precedentes, un caos, qué sé yo: pacos empelotándose y uniéndose con los manifestantes, acróbatas trepando por el mástil de la bandera de Chile gigante para prenderle fuego, políticos suicidas lanzándose desde el techo de la Moneda, cosas que en verdad nunca pasan pero que una las espera con ansias, con la adrenalina al tope.
Llegamos al frente del teatro de la Universidad de Chile la Pauliners, la Fefi y yo, previo convencimiento en el casino del Peda. Yo no sólo no estaba bien informada, además va en contra de mis principios anarcoermitaños moverme con el resto de los seres humanos, precisamente porque no conozco a ese resto que por lo general me cae mal. Dicho y hecho, emulamos los gritos y los aplausos entremedio de la fisonomía típica del cuico culia’o hippie, seres que conocen la Patagonia en vivo y en directo con todas las bondades de su geomorfología y ecosistemas que una, bicha pobre obligada a creer que Santiago es Chile, a penas vislumbra en wikipedia. Fue en ese momento de resentimiento social que supe por que estaba ahí.

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